Lloró
muchas veces tendida sobre su cama, en brazos de algunos de ellos y sola. Culpó
y odió a los hombres por no poder alcanzar un orgasmo que había escuchado era
como una enérgica dilatación, como una tensión arraigada en el centro de una
violenta mirada o en las fauces amarillas, rojas y azules de las explosiones
del sol.
Cuando
Andrea lograba abandonar la depresión que la enterraba en su cuarto, solía
abordar el metro en la estación de Ciudad Azteca para ir a contemplar el
hermoso Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Se quedaba sentada en
una jardinera frente a él y se deleitaba contemplando la sutil y enorme
arquitectura, miraba con encanto al hermoso edificio que con acierto fue
apodado como el Elefante de Mármol.
Andrea
se sabía negada e incapaz de escurrirse suave, dócil y transparente como el
agua de un pozo o de una cañada. Y a pesar de que comprendía que otras mujeres
antes que ella habían sufrido la vergüenza y la incertidumbre de no poder tener
entre sus piernas el coito anhelado, eso nunca fue un consuelo que le ayudara a
entender y aceptar el abandono de sus dos grandes amores que le reclamaron la
razón de su impotencia hasta el hartazgo. Con su primer novio por ejemplo;
fingió orgasmos durante nueve largos años ya que nunca se atrevió a
confesárselo; con el segundo, que idealizo como el elegido para derramarse, lo
intentó durante cuatro años sin conseguir una gota. En sus años de juventud,
Andrea sufrió mucho esos gritos de reclamo y comenzó a buscar en lugares vacíos
y con personas ordinarias el flujo anhelado. Empezó a desnudarse sin interés, a
entregar su cuerpo y su espíritu a cada rato. Se la pasaba dando señales por
todos lados de que se había abandonado. Los hombres a su alrededor notaban que
era fácil acercarse a ella, hacerla reír, llamar su atención, y que ella estaba
dispuesta a recibirlos a todos sin demasiadas preguntas. Dejó de exigir y de
exigirse, se obsesiono con una idea que a mí me pareció absurda cuando la noté.
Su incapacidad física se convirtió en pretexto, le daba casi lo mismo unas
manos duras que unos ojos serenos, era casi igual para ella la curiosidad de
acostarse con una persona obesa o con un cuerpo muy alto. Pasó muchos años de
su vida entregándose sin cuidar su corazón, fingiendo tener orgasmos, agotando
posibilidades, concluyendo poco a poco una idea falsa. Creyó encontrar una
felicidad plena en presumir y alardear sus aventuras no amorosas, sino
sexuales, no con orgasmos, sino con especulaciones. Aprendió a venderse a bajo
costo y se comenzó a confortar sintiendo en su boca los orgasmos de los demás,
perdiéndose en la absurda idea de realizar una estadística de tamaños, tiempos,
sabores y pesos. Fue entonces cuando yo la conocí, cuando reconocí en ella
muchos de los hábitos que me llevaron a separarme de mi esposa y mi hijo de
cuatro años.
Mañana
continúo apuntando en este diario lo que recuerdo.
21/2/2017
-Tú
fuiste la que se presentó así. Yo no te conocía. Me diste a elegir. Dijiste con
claridad: "Esto soy, lo tomas o lo dejas". Decidí dejarlo, y tú también
decidiste alejarte. ¿No te fuiste con alguien más? ¿Por qué vienes ahora a
insinuarme que quieres tener una relación "decente" conmigo?
-Porque
estoy cansada de ir de un lugar a otro, de estar sola, de buscar gente, de prostituirme
por internet y en mi trabajo. Creo que podemos tener algo honesto, estoy
dispuesta a ello. Discúlpame, me pasé de pendeja, me creí muy lista, fui
engreída, soberbia y vanidosa. Me acosté con muchos en mi pasado, es cierto. No
me arrepiento. Te garantizo que hubo personas de una noche, de semanas, de
meses...En fin, ni modo, así pasó. Contigo fui sincera, no soy una santa, pura,
tierna. Contigo quería algo más, quería empezar sin mentirte, diciéndote las
cosas. Más allá de eso me la jugué, te puse mi corazoncito para que lo tomaras,
pero tampoco lo quisiste ¿recuerdas? Ofreciste ser mi amigonovio, y lo acepte
porque yo sé jugar todos los juegos.
-Cálmate,
esto no es una competencia.
Vi
su hermoso rostro guardar silencio por un segundo.
-Pero
también es cierto que te tomé en serio, no sólo como uno más de la lista, te di
mi tiempo y puse mi mejor esfuerzo, no me arrepiento. Al final no lo quisiste.
Pues que me queda, seguir, por eso me fui con él. Pero mírame, aquí estoy. No
me juzgues por mis experiencias pasadas. ¿El que haya estado con otras personas
me impide que lo que siento por ti sea sincero? Yo nunca te he criticado por
las cosas que hayas hecho bien o mal con tu ex-esposa. No me importa en
realidad si soy una más en tu lista, eso sólo tú lo sabes. Si te importo o no,
eso sólo tú lo sabes. Pero tú tampoco me has dejado pasar más allá de lo que
sea que teníamos, ¿qué querías que hiciera? No puedo dar más de lo que me
permites, me haces pensar que no te importo. Sé que tienes miedo, que acabas de
perder a tu familia, que así como soy no te agrado, que no soy suficiente para
ti. Pero es que no tengo más, esto es lo que hay, esto es lo que soy y así
quiero entregarme a ti. Yo te acepto como eres. Cada que intenté acercarme, tú
me bloqueaste el paso. ¿Cómo crees que se siente eso? ¿Saber que no llenas las
expectativas de alguien? Que sólo quiere coger contigo y ya, sin comprometerse.
Tampoco es un aliciente para estar contigo, pero aun así te acepté.
-No
fue así, yo quise conocerte, pero tú te presentaste de mala manera, diciendo
toda esa basura cuando desayunábamos, después de pasar nuestra primera noche
juntos.
-Lo
siento, ¿querías una niña virgen, pura, que sólo ha tenido un novio, una niña
frágil? No soy esa.
-Qué
tonta eres, eres patética, no se trata de eso.
-¿Entonces
de qué se trata?
-De
que no te das cuenta de tu comportamiento, de tu forma de ser, de decir las
cosas. La manera en que te acercas a todos los hombres es la de una golfa
amigable. Has permitido que ellos se acerquen a ti sólo para usarte. Tu idea no
es la realidad. Me dices una cosa pero te comportas de otra. Adoptaste un
concepto estúpido en la mente desde hace años y eso es lo que me enoja. Tu
psique tonta hace que actúes como una perra sociable y sosa, como una golfa desamparada
que busca que la rescaten. Lamento decirte que yo no voy a ser tu bastón. No me
interesa pasar ese viacrucis junto a ti. Voy a buscar a alguien más y se acabó.
-Quiero
mi despedida.
-¿Tu
qué?
-Mi
despedida sexual.
No
pude hacer más que recordar una canción de la Sonora Santanera y sentir lástima
por ella cuando escuché lo que me dijo.
Vuelve ahí cabaretera
vuelve a ser lo que
antes eras en aquel pobre
rincón, ahí quemaron
tus alas mariposa
equivocada las luces de New York.
-No
me interesa jugar a eso.
-¿Por
qué eres tan dramático?, vamos a coger y ya. Tú necesitas tener sexo, yo
también. Vamos a tenerlo y ya.
-No
lo quiero, no quiero que me arrastres contigo, no me interesa, así que mejor ya
vete, yo pago el café no te preocupes.
-Eres
un sentimental Alfredo. Adiós.
21/03/2017
Hace
un mes que no platico con Andrea, no creo volver a verla.